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Aranjuez - Joaquín Rodrigo

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  • “Rodrigo tuvo la sabiduría de atenerse a lo que le dictaba únicamente su talento. ‘Puede que mi vaso sea pequeño, pero bebo en mi propio vaso', respondía a las críticas de profesores supuestamente más avanzados, con esa sonrisa socarrona de los ciegos lúcidos. Y ese afán de autenticidad y determinación, felizmente preservado de las bogas pasajeras que en cada momento han deslumbrado al siglo, ha mantenido su música viva, conocida y querida … quizá haya llegado el momento de que sea también valorada e interpretada.
    Ese purismo, que en ocasiones ha desdeñado una obra imaginativa y rica que va más allá del Concierto de Aranjuez, se estrella indefectiblemente con la devoción unánime de los melómanos de todo el mundo, que han dispensado a esa y a otras partituras del maestro una acogida que para sí quisieran tantos teóricos del serialismo, la dodecafonía y otras vanguardias que el público no ama y no va a escuchar a las salas de conciertos. Y es que en la contribución de Rodrigo … figura en lugar destacado esa necesaria función divulgadora de la música clásica, que en el rasgueo de Yepes o de Segovia alcanzó rango de arte sublime."

    “Adios al gentilhombre”, fragmento del artículo publicado en la sección ‘Opinión’ del ABC el 7/7/99

    Paco de Lucía interpretando el Concierto de Aranjuez de J.Rodrigo - Adagio 2ºMov
    Esta es la llamada "versión flamenca" del concierto. A pesar de ser muy criticada, el propio Joaquín Rodrigo dijo que "era la mejor interpretación de su concierto y Lucía el mejor guitarrista del mundo".

    Rodrigo, ciego desde los cuatro años de edad, fue un pianista y no tocaba la guitarra. Sin embargo, supo captar el espíritu de la diversidad de la guitarra española.
    La obra fue compuesta en una época en la que el maestro Rodrigo y su mujer -Victoria Kamhi, una joven pianista turca- atravesaban los más tristes momentos de sus vidas. Se encontraba el maestro Rodrigo en plena composición de la obra y su mujer, embarazada del que sería su primer hijo, cayó gravemente enferma y tuvo que ser ingresada de urgencia en un hospital de Madrid. Los doctores anunciaban poco después al maestro que su mujer y su hijo iban a morir con casi completa seguridad. Al regresar a su casa, el maestro Rodrigo se sentó delante de su piano y compuso el principio del segundo movimiento. Victoria sobreviviría, pero perderían el hijo.

    El segundo movimiento es un diálogo musical entre Dios y el compositor. Un diálogo que comienza con un precioso fragmento, un desconsolado paseo de vuelta a casa después de conocer la noticia, y el inicio de una lastimera oración a Dios, suplicándole que no se lleve las almas de su mujer y de su hijo. Es un comienzo extremadamente hermoso, capaz de llegar a cualquiera, de tan dulce que suena.

    Entonces entra una guitarra, con voz propia, con los ojos llenos de lágrimas insistiendo en la petición a Dios, buscando su misericordia. Cuando llega la contestación de Dios (la orquesta), es para replicarle que para que su mujer viva, su hijo deberá morir. Con tremenda resignación, la guitarra acepta esa tiste condición que Dios impone; entonces es cuando se produce la ascensión del alma del nonato a los cielos, expresada en un solo de guitarra en el que el maestro Rodrigo entrega el alma de su hijo para recuperar, al menos, a su mujer.

    Algunos cantores judíos sefardíes han adoptado la melodía del Adagio para entonar unas de las plegarias judías más significativas, el Kadish. Este fenómeno se ve principalmente en Latinoamérica (México y Argentina), así como en Israel. El fraseo de las oraciones del Kadish corresponde casi perfectamente con el fraseo del Adagio, resultando en un efecto religioso y sorprendentemente colorido.

    Y he aquí otra perlita...
    El Maestro Narciso Yepes (1901 - 1999) con la guitarra de 10 cuerdas, creada por él en 1964, que facilitaba tocar piezas barrocas escritas originalmente para laúd. El pianista y compositor español Ataúlfo Argenta, le contacta en Madrid con compositores como Regino Sainz de la Maza y Joaquín Rodrigo, quien acababa de finalizar su "Concierto de Aranjuez", obra con la que Yepes inició su carrera como solista en 1947, en el Teatro Español de Madrid